Una de las virtudes del presente es ser un vértice entre el antes y el después. El arriba y abajo. Es el punto que con cartesiana comodidad establezco como central en mi plano de análisis, como para de alguna forma mirar todo lo que he forjado y lo que tengo. Lo que he dejado de ser, y lo que he querido ser y como todo eso influye en lo que soy ahora, en lo que quiero, en lo que pienso.
Y creo que soy feliz teniendo 22 años. Esos 22 años que me han ido cambiando, aunque no tanto como yo pensaba, pero si me han hecho lo suficientemente distinto como para darme cuenta como me he ido volviendo mas humano. En un buen y en un mal sentido. En saber como hoy siento que puedo obviar el pudor y controlar mi descontrol, hasta el punto de encontrarlo algo maleable, útil, necesario. Sobre todo Necesario. En saber también que es primordial agarrar el timón y saber donde ir. Donde sea, pero ir a algún punto, nunca olvidando beber de todos los pasados propios y paralelos, aunque a veces también no puedo evitar cometer el error de creer que ya estoy lo suficientemente hidratado mientras no dejo de sudar.
Ahora puedo decir que soy mas humano por que me siento mucho mas libre que antes. Por que siento que puedo decir cosas que antes no decía libremente, sin miedo de que me odien o me puteen. Por que ahora creo que es necesario simplemente caminar, por que en vez de pensar tanto, hay que caminar sin especular, sin demasiados cuestionamientos ni prejuicios. Por que ahora se lo que quiero, y se que cualquier cosa que quiera no tiene que ser forzosa e innecesariamente compleja. Tiene que ser transparente, fácil de explicar, que no es lo mismo que simplona. Es muy distinta la claridad a la simpleza extrema. Es muy distinta la profundidad a la complejidad.
Ahora siento que es maravilloso ser joven, y que estoy viviendo un momento privilegiado. Un momento en donde soy casi verdaderamente dueño de mi mismo, de mi destino. Un momento en donde respiro libertad, en cada centímetro cúbico de aire, a pesar de que paradójicamente sea preso de mi necesidad de libertad de vez en cuando. De hecho sé que quizás es hora de transarla en pos del compañerismo que mis hermanos no pueden darme y del que de repente me siento desvalido. O quizás no. En el fondo, es probable que un cariz de la libertad sólo implique para su ejercicio considerar sabiamente las posibilidades de un Nihilista en tu misma posición.
martes, 23 de agosto de 2011
Vértice.
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domingo, 20 de junio de 2010
Compromisos
La vida transcurre junto a la lluvia que desde el cielo cae.
La vida transcurre escurriendo junto al frío que parece congelar el humo de mi cigarrillo.
La vida transcurre y los ojos a veces tienden a envidriecerse con los recuerdos, pero de pronto tienen que hacerse del presente y deben continuar mirando hacia el horizonte, pero al fin y al cabo es inevitable vivir de la memoria que filosa y pertinente salpica el diario vivir.
Estoy vivo.
Vivo de mi presente, de los futuros que sueño, de los futuros que construyo y vivo de mis recuerdos, de aquellos que a veces parecen dormitar, aunque quisieran no parecerlo.
Estoy vivo, entendiendo y quizás disfrutando las consecuencias de tener fé en un ideal.
En esos ideales hermosos que me otorgan aquellos mismos recuerdos. Pero por ningún motivo tendré tristeza.
Por eso Juro.
Juro por la grandeza de lo que siento que no me dejaré inundar por ella jamás.
Juro por ese Amor es demasiado hermoso para constituir un dolor, pues en el fondo es un Don que termina por hacer mucho mas noble y mucho mas completa las existencias.
Juro por ese Amor que solo necesita ser recordado, y con ello sentido para iluminar un día y constituir un sueño para mantenerse vivo.
Juro por la belleza de estar unido, en alma y espíritu a alguien. Aunque ese alguien ni siquiera pueda recordar.
Juro por tí. Por hacerme caminar. Por darme el agua en este exilio. Por saber que tengo un hogar, o que por lo menos, tuve la dicha de tener uno.
Juro estoico, aunque mis manos sigan frías, y sin posibilidad de ser abrigadas.
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martes, 8 de junio de 2010
Extrarradio
La deriva es una deliciosa sensación cuando se sabe palpar y cuando se inhibe el miedo de la misma forma que este te inhibe a hacer lo impensado. La deriva te hace libre y te baña como un bálsamo sedoso para enseñarte que hay vida mas allá de la vida, y que, es más, la vida misma -lo maravilloso e imperecedero de ella- surge de lo inexplicable, surge de aquellas razones irracionales que te hacen caminar hacia esas veredas impensadas e íntimamente deseadas.
Esas veredas tal vez buscadas, tal vez fortuitas, tal vez tontas, tal vez traumáticas o tal vez con un poco de esto de aquello. Pero veredas que al final del día enriquecen y fortalecen al poner ambos pies sobre ellas.
Arica, 6 de Junio de 2010.
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sábado, 5 de junio de 2010
Con Altura
Las caricias se impregnan como agujas acupunturales cuando son escasas y necesarias. Se marcan a fuego junto a las miradas esquivas y penetrantes. Junto a los silencios significantes. Son parte de un recuerdo repleto de contrastes, emulando a ese otoño que los vio nacer.
Sin embargo, las sombras que anhidan la memoria màgicamente son transformadas en esperanzas bajo las luces esmeraldas. Esas mismas que secuden a mi alma con irracionales razones que resultan mas bellas que la mismisima belleza. Que compensan, de alguna forma, ese oxigeno que a veces falta al caminar para buscarte.
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jueves, 1 de octubre de 2009
Puñalada
Estás ahi con tu rostro inerte, al borde del punto de congelación.
El olor a putrefacción poco a poco comienza a salir del lugar, y por vez primera el olfato me devuelve la percepción del tiempo. La sangre coagulada que emanó de tí se confunde con el vino derramado que escucrre entre las copas quebradas.
Te ves tán hermoso, más hermoso que nunca. La paz que emanas es sobrecogedora, tán sobrecogedora como la pasión que escurria por nuestras entrañas cada vez que haciamos el amor en medio de la niebla porteña. Este amor prohibido que sin embargo nos infló el pecho -o al menos a mi- de algo que ciertamente supe llamar vida.
Pero la traición es imperdonable y la ira es incontrolable. Con eso me congratulo, pues ahora se que estás descansando en paz, se que nadie más te perseguirá ni inquisirá sobre tu sexualidad cuando estés en la universidad. Y por mi parte, ahora también podré vivir tranquilo, en paz, pues se que ya nunca volveré a amar a nadie como te amo a tí. Sé que de aquí en adelante nadie más nos mirará de manera extraña cuando sienta esa mirada que era capaz de erizar cada centímetro de mi piel, de llevarme al borde de la taquicardia. Agradéceme, estés donde estés, amor mio, pues de aqui en adelante podrás disfrutar dia a dia de la seguridad de mis venas. Hasta el día en que te dignes a sacarme de este lugar.
No importa que me hayas traicionado. No importa que me haya convertido en un desdichado Caín, y el otro cuerpo desparramado en el suelo, en un desdichado Abel. Te amo, y eso es lo que verdaderamente tiene algun sentido junto con esta botella de whisky.
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jueves, 13 de agosto de 2009
Oda a la Protectora.
Los pensamientos se funden una y otra vez en descarnados sonetos de amor. Tantos, que son absolutamente suficientes para no dejarme dormir, para tatuar en mi piel las marcas de tu ausencia.
Parece tan exagerada dicha afirmación, pero mentiria si afirmara que mi mente está preparada para el descanso. Por ello me dejo encandilar por el falso crepúsculo que provoca la niebla nocturna cuando se funde con el brillo urbano. Y extrañamente me siento bien, me siento lleno. Dicha sensación parece ser familiar.
¿Será que tú influjo se confunde entre el dia y la noche? ¿Será que me aplastas entre la dicha floreciente del amor y la fría pared de la incertidumbre?. Por gracia del destino, soy tan poderoso que he sabido detener el tiempo, pero mis brazos poco a poco ceden y se preguntan, no sé si ansiosos o desesperados: ¿Debo violar, una por una, cada ley de la física para retroceder la rotación? ¿O debo simplemente sentarme a ver el amanecer?, ¿O debo llorar hasta que ni siquiera pueda distinguir las manos que sujeten mi pañuelo?.
Algo me dice que necesito sentir el calor matutino en mi curtido rostro, para aplacar toda miasma que aún emane de mi ser.
Algo me dice que quiero tener la suficiente fuerza para hacer que sólo protejas mi alma, y la de ninguno más.
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sábado, 18 de julio de 2009
Pasión a la Venta
Ella siente algo de calor a pesar de estar semidesnuda recostada en el viejo sofá. Quizás por efecto de esa exótica decoración visual y olfativa del departamento-habitación que burdamente intentaba ser un ambiente afrodisíaco. Absorta en el efecto narcotizante de la nube inciensosa logró distinguir un sonido de timbre que sin embargo, fue más que suficiente para tomarla por sorpresa. Sensación que antecedió al hastío y a esa pequeña frustración que solía gestarse en su cuerpo cada vez que el aparato emitía su chirrido. Pero ella de alguna forma había aprendido a desconectar el embriague que conectaba su corazón con su rostro, el cual casi por inercia ya esbozaba en sus facciones una suave sonrisa sazonada con una mirada cargada del mas obsceno erotismo.
El nerviosismo hedía por sus poros gracias a la tarde soleada, diluyéndose para su suerte en un viento semi-tibio que lograba acariciar su rostro. Otra vez había tomado la misma decisión y al son de ese instinto que a veces parece mover al macho sus pies rápidamente caminaban entre los Art-Decó del Lastarria que adornaban el paisaje veraniego rebosante de verdes y amarillas alegrías desteñidas. El amor y el despecho circulaban como sangre por su cabeza y como puñaladas aterciopeladas que pretendían a cada momento situarse en el medio de su pecho para proponerle esa muerte que el en su conciente y en su subconsciente anhelaba. Pero la presión del Bóxer era mayor que esa tristeza. Lo suficiente para apretar ese botón blanco.
Los desdichados así estuvieron frente a frente, listos y dispuestos para un ritual que mezclaba cinismo, pasión, dolor y desesperanza. El se sentó en el sillón medianamente perturbado y caliente, como queriendo mirar al horizonte gracias al desagradable efecto del incienso, del que solo fue rescatado por el susurro caribeño que tan perdido como el, pedía su recompensa.
La obra comienza. Ambos cierran los ojos y simulan hacer el amor. Ella intenta por un momento sentir, pensando infructuosamente que la unión de las carnes aplacaría su angustia. El infructuosamente también intenta imaginar su rostro después de las buenas noches, pero solo consigue sentirse asqueroso y poco a poco termina actuando como un perro en celo. Es una escena perfecta. Los recuerdos se mezclan con los gemidos mientras la saliva y el sudor repleto de tóxicos fragantes se mezclan con las lágrimas que ella silenciosamente intenta cubrir con su mentiroso y estridente gemido que llena toda la habitación. El placer se respira en el aire y el olor a sexo empaña los vidrios justo antes de la eyaculación, la señal que ambos esperaban para desparramarse en el colchón entre el arrepentimiento y la satisfacción. Entre la mentira que significa mirarse a los ojos por tercera vez en cuarenta y cinco minutos y permaneciendo en silencio ambos al percatarse que aparte de estar unidos por sus sexos, estaban unidos por el dolor.
Ya no había nada más que decir.
El necesitaba amor, ella necesitaba dinero.
El complemento perfecto cuando hay necesidad de por medio.
Cuando hay una boca que alimentar y una verga que domar.
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